Perfección miniatura.
Uno de los grandes misterios de la vida es: ¿por qué las mujeres llevan esas enormes bolsas? El maquillaje es de los principales culpables, pues ellas deben llevar grandes cosmetiqueras repletas de múltiples labiales para toda ocasión, rímel, corrector hecho polvo, y un etcétera interminable. Esto es lo que la startup Stowaway Cosmetics (stowawaycosmetics.com) pretende cambiar desde febrero de 2015, cuando lanzó su marca en la ciudad de Nueva York, EE.UU.
La compañía busca entrar a la industria del maquillaje –valuada en US$60,000 millones en Estados Unidos– y redefinirla con una línea de productos de menor tamaño diseñada para la mujer moderna y ocupada, que no sólo se maquilla por las mañanas en casa, sino que se retoca durante el día en la oficina, va al gimnasio, sale a cenar y quiere verse bien a donde sea que la vida la lleve. “El 70% del mercado está controlado por 10 grandes conglomerados como L’Oréal”, explica su cofundadora y directora general, Julie Fredrickson. “Estas empresas no han evolucionado desde 1950; sin embargo, nuestras vidas sí han cambiado drásticamente”.
La trayectoria profesional de Julie incluye desde la gerencia de marca digital para Ann Taylor hasta la creación de estrategias digitales y de marketing para Pepsi, Nike y Gap. La otra cofundadora de Stowaway y directora de comunicaciones, Chelsa Crowley, trabajó en Estée Lauder, Clinique y Bobbi Brown. Las dos, cansadas de trabajar para otros, decidieron combinar su experiencia en el comercio electrónico y el maquillaje para replantear los cosméticos tradicionales y crear una línea más eficiente y portátil para satisfacer las necesidades de las mujeres de hoy.
“Cuando empezamos a investigar la parte económica, nos dimos cuenta de que las compañías de maquillaje en realidad no tienen un incentivo para fabricar tamaños compactos por cuestión de costos”, dice Julie. Ella y su socia descubrieron que producir cosméticos pequeños costaba lo mismo que los de tamaño normal, pero se vendían por menos precio en las tiendas. “Nadie estaba dispuesto a reducir márgenes”, asegura la emprendedora. Sin embargo, las muestras gratis (generalmente pequeñas) son vistas como herramientas de marketing para atraer a los consumidores con la idea de que eventualmente compren el producto.
Para resolver el problema, Stowaway se estructuró de manera vertical. Es decir, adoptó un modelo “directo al consumidor” –en el que se tiene control completo de la creatividad, cadena de suministro y conexiones con el mercado meta–, que por lo regular se asocia con la venta de marcas de ropa y accesorios como Warby Parker, Nasty Gal y ModCloth. Al controlar todo, desde la fabricación hasta la distribución, la empresa mantiene márgenes sólidos y logra la producción de una línea de maquillaje que no pesa ni estorba, y que rinde lo necesario antes de que caduque. Además, hacer cosméticos pequeños permite eliminar los conservadores que generalmente se emplean para aumentar la vida útil del producto.
Julie y Chelsa recaudaron US$1.5 millones a través de fondos de capital de riesgo e inversionistas ángeles. Con ese recurso comenzaron a trabajar con los principales fabricantes para diseñar la línea de maquillaje que les había hecho falta hasta ese momento. “Hay sólo un puñado de fabricantes que trabajan con estos conglomerados de maquillaje, por lo que sabíamos que teníamos una oportunidad de negocio. Aunque no queríamos seguir adelante si no teníamos un producto del cual estuviéramos lo suficientemente orgullosas como para poner nuestros nombres en él”, afirma Chelsa.
Después de un año de desarrollo, nació una línea de maquillaje de “tamaño adecuado” que cabe cómodamente dentro de una bolsa compacta. Asimismo, sus productos cumplen con los estándares de seguridad de la Unión Europea que, de acuerdo con Julie, son mucho más estrictos que los de Estados Unidos.
En lugar de invertir en empaques pesados de cristal con adornos chapados en oro para connotar lujo, las emprendedoras idearon envases de color gris mate ligeros, sofisticados y agradables al tacto. “Son lujosos porque te ahorran tiempo y energía”, señala Julie. Un kit con los elementos básicos –que ella misma describe como el “pequeño vestido negro de la belleza”– se vende por US$75 e incluye crema anti imperfecciones, corrector, rubor, lápiz labial, delineador de ojos y rímel. “Hoy, lo que se considera como lujo está cambiando. El único lujo que no se puede comprar es el tiempo. Nosotras orientamos nuestros productos hacia esa filosofía”, sentencia Chelsa.
Chelsa Crowley y Julie Fredrickson.
Contenido donado por Entrepreneur
Texto: Carren Jao.